El científico Fernando Valladares es hoy una referencia indiscutible para hablar de cambio climático y de esa pérdida de la biodiversidad de la que dependemos los seres humanos, como una especie más. Fue hace ya unos años cuando, después de dedicar mucho tiempo a investigar los impactos que estábamos generando, decidió dar un paso al frente más allá de sus trabajos científicos y dedicar más tiempo a la divulgación de lo que está pasando a nuestro alrededor y que él, como gran parte de la comunidad científica global, estaba diagnosticando sin que se pusiera remedio urgente a estos males. Fue así como surgió el canal La Salud de la Humanidad, en YouTube, donde ha publicado hasta la fecha más de 200 vídeos en los que disecciona, siempre con datos contrastados, unos fenómenos que no siempre tienen la visibilidad que merece. Uno de sus últimos éxitos ha sido el libro que publicó el otoño pasado –La Recivilización. Desafíos, zancadillas y motivaciones para arreglar el mundo’ (Editorial Destino)- que ya lleva varias ediciones.
Reconocido en este papel divulgador, son menos los que conocen su pasión por las montañas. A Valladares le gusta subirlas corriendo o en bicicleta y, de hecho, es común verle en las redes sociales en contacto con una naturaleza de la que no puede prescindir. Por ello, no se lo pensó mucho cuando se le propuso participar en el Vagamundos Festival, a los pies de los Pirineos, con sede en un molino restaurado donde se monta una pantalla bajo las estrellas. Su papel: presentar y comentar un clásico de las películas de naturaleza y viajes como es ‘Dersu Uzala’ (1975), del japonés Akira Kurosawa. Es un de esos films que forman parte de la historia del cine y que nos hablan de la comunión del ser humano con una naturaleza que hoy estamos alejando. Precisamente, en enero de este año, a los 88 años, fallecía el actor ruso Yury Solomin, coprotagonista del ‘Dersu Uzala’ , que llegó a ser ministro de Cultura en la última fase soviética. De esta película y de su participación en el festival hablamos con Valladares.
¿Qué es lo que te atrajo de Vagamundos Festival para animarte a participar?
Me atrae mucho por el lugar en el que se celebra, un molino restaurado en mitad de la naturaleza. Lugares así predisponen a vivir experiencias nuevas, nos sacan de los entornos urbanos en los que muchos vivimos para estar en espacios que nos conectan de otro modo. Son sitios que permiten que la gente saque su versión más receptiva y estupenda. Es como cuando la pandemia más niños salían a estudiar al aire libre, bajo los árboles, y era una forma diferente de aprender.
En este festival presentarás y comentarás ‘Dersu Uzala’ ¿Qué nos puedes adelantar sobre esta película?
Para mi es muy especial presentar esta película porque marcó mi adolescencia. Recuerdo que era muy joven cuando fui a verla a un cine de Madrid llamado San Pol de Mar, de esos de butacas duras. Ví la versión entera de cinco horas, aunque después la que se ve es de unas dos horas y media. Y me sentí trasladado a la taiga siberiana con el trampero. Esa sensación de estar en medio de ese mundo salvaje me fascinó. La naturaleza ya me atraía desde los ocho o nueve años, cuando vivía en Tarragona y me iba al puerto a ver el mar y las aves. Al llegar a vivir a Madrid, me cogía el autobús y me iba al monte de El Pardo.
Además, ofrecerás un taller dentro del festival ¿qué nos vas a contar?
Va a ser un taller muy participativo, o eso espero. Se centrará en el concepto de la ‘recivilización’, es decir, para poner sobre la mesa los ingredientes que tiene esta civilización, analizar cómo hemos llegado a empeorar su estado y ver cómo podemos mejorarlos. Lo importante será compartir entre los que estemos. Tenemos razones evolutivas, históricas y hasta termodinámicas que nos dicen que la solución pasa por colaborar, que cuando nos unimos somos capaces de conseguir avanzar. Tenemos que poner esos ingredientes y añadir las piezas que faltan. Os animo a ir y pasar en un molino muy especial unos días juntos.
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